Creemos que ganamos tiempo si lo hacemos todo deprisa pero la realidad es que se nos escapa la vida. Creemos ser libres pero realmente somos esclavos de la prisa. No tenemos tiempo para estar con nosotros mismos, para observarnos, escucharnos o disfrutar de no hacer nada más que conectar con nuestro yo. La prisa constante en la que nos encontramos inmersos en la sociedad actual puede ejercer un impacto significativo en nuestra salud mental. La ansiedad y el estrés son compañeros constantes en el mundo acelerado en el que vivimos y el estrés crónico puede llevar a una serie de problemas de salud mental, desde el agotamiento hasta la depresión. Necesitamos bajar el ritmo para poder vivir, para poder ser.